¿Ha pensado alguna vez en cómo le gustaría que lo recibieran en una finca andaluza? Esta es la pregunta que se hicieron 20 años atrás quienes compraron esta propiedad. Y fue así como la transformaron en lo que es ahora: un oasis para descansar, conectar con la naturaleza e inspirarse para pintar o escribir.
Ubicada junto a la Sierra de Almijara y en medio de encantadores pueblos blancos, esta finca funcionó como molino de aceite hasta mediados de los 60. A pesar de que ya no cumple con esta función, siguen latentes las huellas de su origen, unos 200 años atrás.
Durante los trabajos de restauración, el actual propietario se ganó el apodo de "Mr. Rústico", ya que se ocupó de supervisar que se mantuvieran los rasgos originales de la construcción. Es así como se han preservado, por ejemplo, techos, vigas y muros de piedra, dejando constancia de que este lugar ha sido una auténtica almazara.
Desde el ingreso a esta finca devenida en hotel, se atraviesa una terraza con múltiples espacios de relax. La vegetación ofrece suficiente sombra, invitando a disfrutar de las increíbles vistas.
Aquí mismo, un imponente algarrobo de 200 años sigue siendo testigo del paso del tiempo. Brinda sombra y cobijo a momentos de descanso y lectura en completo silencio o en compañía del suave trinar de los pájaros.
Al entrar al interior se encontrará con la correspondiente sala de recepción. De ahí se conecta a una sala de estar con chimenea y un espacio de lectura con una nutrida biblioteca. Una barra de bebidas (honesty bar) lo invita a servirse su trago o bebida favorita. El siguiente salón ofrece un amplio espacio que cuenta con sillones frente a una chimenea y mesas donde servir las comidas principales.
En este nivel también se halla la cocina industrial completamente equipada para brindar un excelente servicio gastronómico.
En la planta superior hay un amplio y cómodo espacio (± 11x8m) donde se llevan a cabo múltiples actividades grupales: talleres de pintura, de escritura o clases de yoga.
Las 14 habitaciones en-suite mantienen el carácter rústico sin descuidar el confort. En todas ellas se goza de un merecido descanso luego de una caminata por la reserva natural, por ejemplo.
La construcción original se ha adaptado a las necesidades de un hotel y se han construido nuevas habitaciones, pero siempre manteniendo el estilo andaluz. Todas cuentan con aire acondicionado, calefacción y suelo radiante.
El espacio exterior brinda infinitos rincones para el relax y la contemplación.
La piscina permite refrescarse durante los meses de verano mientras se goza de las preciosas vistas.
Una pérgola en medio de los jardines exteriores, es otro espacio disponible para dar pequeños conciertos, espectáculos de baile, talleres y/o clases de yoga.
Todo está pensado en torno a disfrutar de propuestas creativas y artísticas, en armonía con la naturaleza. Caminar, leer, pintar, escribir... mientras se recibe la amigable atención de un fiel equipo de colaboradores.
En la actualidad, quedan unos 200 olivos que rodean la propiedad y confirman el carácter de la Axarquía. Zona por excelencia para el cultivo y producción del mejor aceite de oliva extra virgen.
Caminar por entre estos olivos o sentarse en su típico patio andaluz, son otras maneras de honrar este lugar cuidadosamente preservado y que brinda un refugio de bienestar. Algunos huéspedes regresan cada año desde hace 20 años. Lo cual habla de la calidad humana, la propuesta de servicios y el buen nombre de este lugar.
Cabe aclarar que esta finca-hotel, cuenta con una vivienda independiente completamente equipada que funciona como residencia para los propietarios.
Si usted es amante del arte, las caminatas al aire libre, la lectura y la contemplación, este rincón de la Axarquía lo espera con una propiedad donde sentirse a gusto en un ambiente relajado y amigable.
Esta finca hotel constituye un negocio.
